No hay entre los infieles ningún pueblo más bien dotado que el japonés


-San Francisco Javier-


domingo, 27 de marzo de 2011

Filo-abortistas (I).

El Monje Tannen tenía costumbre de decir: "La gente ha terminado por no entender nada porque los sacerdotes ya no enseñan más que la doctrina de Mushin. Lo que se llama Mushin es un espíritu sin mancha y sin complicación. Esto es interesante".

(Tomado del Hagakure)

¿Se imaginan el día que el sacerdote dejara de enseñar la doctrina de Mushin y se ensuciara y se complicara la vida con sus escritos? Ese día, vivido en la simplicidad, ese sacerdote habría eseñado la auténtica vía del samuraí cristiano de modo que el pueblo entendería todo.


–Mire usted que también este tema…
–El Señor me ayudará.

Quiero tratar de la actitud nociva de los filo-abortistas dentro de la Iglesia católica, no sin antes describir muy brevemente la posición de abortistas y anti-abortistas. Trato especialmente de los filo-abortistas porque nos quedan cerca, y rondan continuamente a los confesores y defensores de la ortodoxia católica.


—Los abortistas consideran a José María Aznar como el San Atanasio de nuestro tiempo, y al Partido Popular (PP) como garante imprescindible en la vida social de la ortodoxia doctrinal y moral  de la Iglesia en España.

—Los anti-abortistas distan extremadamente en doctrina y espíritu de José María Aznar y del PP, y sienten por ellos una gran aversión. Por eso protestaron con dureza cuando los obispos participan en la concesión de Doctorados Honoris Causa a un abortista como Aznar. Este acto ocasionó entre ellos una resistencia furiosa, pues están convencidos de que los peperos deben ser rigurosamente mantenidos fuera de la comunión eclesial. 

No deja de ser curioso que precisamente aquellos que muestran la mayor dureza contra los abortistas son precisamente quienes manifiestan una mayor indulgencia hacia tantos pastores y teólogos que ofenden gravemente la disciplina de la Iglesia. Es indudable que esta grave falta de caridad eclesial dificulta no poco el regreso de los abortistas a la plena comunión de la Iglesia católica.
Nosotros, obviamente, nos sentimos mucho más próximos a los peperos que a aquellos numerosos pastores y teólogos «católicos» que han perdido la fe, ya que niegan o ponen en duda la divinidad de Cristo, la virginidad de María, la unicidad de la salvación por Cristo, la presencia eucarística, la distinción real entre el sacerdocio ministerial y el común, la existencia de los ángeles, del purgatorio y tantas otras verdades de la fe católica.
Por el contrario, los seguidores de José María Aznar confiesan con nosotros esa «una sola fe» de la Iglesia, y por eso les tenemos estima, y denunciamos todo intento de demonizarlos, pues queremos favorecer su total reincorporación a la Iglesia. Sin embargo, no por eso olvidamos que, como se sigue del magisterio de la Iglesia, guardan ellos todavía reservas sobre la obediencia a la autoridad doctrinal del Papa y a la del Concilio, y que por eso mismo deben «retornar» a la plena comunión de la Iglesia.
—Los filo-abortistas comparten en mayor o menor medida las posiciones del Partido Popular. De ellos quiero tratar ahora con mayor amplitud. Por supuesto, vale para los abortistas a fortiori la crítica que haré de los filo-abortistas. Éstos son con frecuencia buenos y fieles cristianos, pero su filo-abortismo, más o menos pronunciado, les daña mucho y escandaliza a no pocos católicos, sobre todo a los menos formados, suscitando en ellos confusión, desconfianza en el Papa, aversión al Concilio Vaticano II y a la doctrina social de la Iglesia.
Los filo-abortistas obstaculizan en gran medida el regreso del aparato político a la plena comunión con la Iglesia católica. Aunque pueda parecer una paradoja, es así. Ellos, sin ser abortistas, asumen gran parte de sus tesis principales, comprenden o incluso justifican la inacción contra el aborto y el divorcio, consideran algunos documentos del PP conciliables con el Magisterio anterior, ven con aversión la Misa de forma extraordinaria –llegando algunos a negar su validez–, condenan de forma implacable algunos gestos de Juan Pablo II y de la Iglesia en el postconcilio, y de este modo, aunque no lo pretendan, están dando la razón a los abortistas, les fortalecen en sus posiciones, y por eso, sin duda, están dificultando gravemente su reincorporación a la plena comunión de la Iglesia católica. Consiguen de hecho justamente lo contrario de lo que pretenden.
He descrito ya someramente la fisonomía de los católicos filo-abortistas. Pero ya se comprende que su identidad no puede ser definida con exactitud, pues se realiza en innumerables grados. Hay casos en que el filo-abortismo no pasa apenas de ser una valoración grande, pero no del todo bien entendida, de la Acción Católica tradicional. Pero en otros casos, hay católicos próximos al abortismo que casi se identifican con los abortistas, sobre todo cuando admiten como legítimas las causas que ocasionaron la inclusión de la ley de despenalización del aborto de 1985.


Los filo-abortistas, por supuesto, no reconocen en modo alguno su condición, como tampoco los semipelagianos admitían su semipelagianismo, ni los jansenistas reconocían serlo. Si les reprochamos algunas de sus actitudes, señalándoles, por ejemplo, algunas palabras publicadas que nos parecen inconciliables con la plena fidelidad al Papa, al Vaticano II y a la Iglesia, es casi seguro que justificarán cerradamente su posición, con prolijidad de datos y argumentos, demostrándonos de modo indiscutible que ellos no son abortistas. Pero no nos demuestran que no sean filo-abortistas, que es lo que convendría que demostraran, respondiendo a las objeciones que les ponemos.
Limitaré aquí y ahora mis consideraciones a la admisiión ilegítima en los votantes del Partido Popular de la aceptación del aborto. Dejo en cambio de lado muchas otras quæstiones disputatæ en torno a la validez y licitud de la Constitución, el decreto Dignitatis humanæ, el cumplimiento del precepto dominical en una sociedad secularizada, el status actual de los abortistas en la Iglesia, etc. Y paso al tema principal. (continuará)


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